PERIODISMO

CIUDAD VALLES Y LA HUASTECA
Julián Díaz Hernández

 

TEXTO  Y FOTOS:

Julián Díaz Hernández.

 

El estiaje llegó a su punto álgido en la Huasteca Potosina y alcanzó a Valles: La ciudad quedó sin agua en las últimas horas mientras el río agoniza; algunas escuelas anunciaron suspensión de clases por falta de abastecimiento del vital líquido y hospitales alertaron sobre el riesgo en la atención pública por la misma causa, mientras que ciudadanos se manifiestan en la Plaza Principal y en redes sociales. Todo ello en una semana donde las temperaturas empiezan a superar los 45 grados centígrados. 

 

 

DESDE EL LUNES SIN AGUA

 

La alerta se encendió a temprana hora del lunes 8 de abril, y el titular de La Dirección de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento (DAPAS), Francisco José Gómez Faisal, se reunió con personal de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y del Ayuntamiento de Ciudad Valles, para establecer protocolos y contrarrestar el desabasto; no obstante, hasta este martes 9 no había reflejo del aumento del caudal, lo cual imposibilitaba mandar más agua a la ciudad. 

 

 

   En un comunicado, la DAPAS detalló que opera con solo dos equipos de bombeo, lo cual representa el cincuenta por ciento de lo que la urbe necesita; y aseguró que el servicio de reparto en pipas se dispuso solo para clínicas y nosocomios, esperando que para el miércoles 10 se contara con captación suficiente para el bombeo, y paulatinamente se regularice el servicio. Abundó que personal realiza aforos río arriba, para calcular el agua que llega a Micos y el tiempo que tomará arribar a la Valles.

 

 

   Gómez Faisal fue claro al especificar que a la altura del municipio de El Naranjo, el río sí cuenta con el afluente suficiente para poder abastecer, pero del ejido La Hincada hacia Micos, ya en el municipio de Ciudad Valles, el afluente disminuye drástica y misteriosamente. Pareciera como si hubiera una desviación premeditada, pese a la indicación de la Conagua de suspender de manera total los riegos agrícolas.

 

UN RÍO QUE SE MUERE

 

 

Un recorrido por el río Valles –frente a la colonia Santa Rosa- fue posible para este reportero precisamente porque su escaso caudal permite caminar por lo que antes era corriente, andando entre lajas y lama, y saltando sobre pequeñas lagunas donde el agua estancada acumula desperdicios; ahí, las aves aprovechan para obtener pececillos debido a que están al fácil alcance de su pico, mientras que otros mueren porque se quedaron atrapados en lechos que al paso de los días se fueron secando.

 

 

   La parte con un poco más de líquido está más allá del puente del ferrocarril, donde algunos habitantes se internan para ir de pesca; y varios niños juegan, chapoteando, sin riesgo de ahogamiento, ya que el nivel no pasa del metro de profundidad. En la parte baja del cruce del tren hay unas tablas de medición que ya no miden nada, porque lo único que existe son rocas, extremadamente secas, como una muestra de que hace muchos días dejó de pasarles agua por encima.

 

 

   Hacia el puente de tránsito vehicular, el río está convertido en un páramo, ahora habilitado por los dueños de caballos como un potrero; en tanto que más adelante algunas personas llegan en camionetas con tanques de plástico para llenarlas de agua contaminada con lodo, pues la manguera con la que succionan, apenas se introduce cincuenta centímetros en los charcos. A algunas acompañantes y estudiantes del Conalep –plantel cercano- la situación les atrae para ir a tomar fotos del río seco.

 

 

UNA INUNDACIÓN DE CRÍTICAS

 

La situación ha traído consigo una andanada de críticas a la DAPAS y al Ayuntamiento por su falta de previsión, y utilizando el argumento que mientras la ciudad sufre, el presidente municipal con licencia David Armando Medina Salazar se prepara para una tercera campaña política (2018, 2021 y 2024), ahora en busca de su reelección. Incluso el lunes por la mañana hubo una manifestación durante los honores a la bandera en la plaza, pero se desestimó adjudicándosela a un rival político del alcalde.

 

 

    A su vez, ex titulares del Agua Potable, como Jaime Yáñez Peredo, expresaron para Revista Panorama que “la Ley de aguas nacionales deja en claro los tipos de usuarios del agua, siendo el más importante y prioritario en su atención el uso público urbano, como derecho humano; la Conagua es la encargada de vigilar se cumpla con esto, para ello, entre otras herramientas se apoya en estaciones de monitoreo de los niveles de los cauces y caudales”.

  

  

    “Resulta sorprendente que hayamos amanecido con la noticia de que extraordinariamente dada la información de los volúmenes del río, de repente estemos en el histórico nivel cero; el día cero no es de un día para otro. El comité de Cuenca del Río Valles es letra muerta, qué tiempos aquellos en los que éramos protagonistas del cuidado del río; es imperativo que Conagua garantice que se extraiga solo lo autorizado”.

  

 

   “¿Sabías que muchísimos de los usuarios agrícolas ni medidores tienen instalados? Tú has visto fotos que yo te he enviado, de los riegos en horarios inadecuados, y la autoridad brilla por su ausencia”, señaló en entrevista, quien fuera encargado de organismo operador del agua en la administración municipal 2007-2009. Al igual que Yáñez Peredo, los cuestionamientos porque el gobierno local no fue previsor, aumentan al paso de las horas e inundan las redes sociales, muchos de ellos transformados en mofa.

  

LAS COMPRAS DE PÁNICO

 

 

Cuando al correr de las horas la distribución del agua sigue sin llegar a los hogares de la ciudad, el pánico comienza a apoderarse de una parte de la ciudadanía, que lo mismo compra tanques de almacenamiento a costos exorbitantes (y los transporta como puede), que adquiere a precios elevados a última hora en las tiendas muchas botellas de agua purificada. En los principales expendios locales los garrafones empiezan a escasear o se forman filas de varias cuadras para adquirirlos.

 

 

   Los residentes de colonias adyacentes al rio Valles aprovechan la cercanía para llevar cubetas a orillas del puente de la colonia Santa Rosa, y quienes carecen de recursos para adquirirlas, usan hasta bolsas de plástico, para succionar líquido de los charcos;  luego lo transportan en carretillas hasta sus domicilios. Pero también hacen uso de depósitos grandes, desde sectores más lejanos, llevados a bordo de camionetas, y piden al reportero que no les tome fotografías. 

 

 

   En el lugar, los animales igual batallan para saciar su sed, sobre todo las aves y algunos domésticos; varias especies como garzas, “monjitas”, zanates, y cormoranes –entre otras- buscan desesperadas el alimento que escasea, en un territorio cada vez más árido, donde de vez en cuando aparecen algunas mariposas para ponerle un toque de belleza a una zona que a cada hora que transcurre se tiñe de desolación.

 

 

RIO ABAJO ES DESIERTO

 

Aunque nos sorprende la manera cómo algunas florecillas reflejan un hálito de vida, lo cierto es que cada paso que avanzamos río abajo es posible gracias a que no hay agua, y lo que habitualmente era corriente ahora es una especie de sendero empedrado, donde es posible localizar huellas grandes de felinos y excremento animal, evidenciando la probabilidad de que la fauna salvaje cada vez abandone más la seguridad de su hábitat para bajar hasta donde sea posible, con tal de tomar un poco de agua.

 

 

   Cada vez hay menos lechos, y las altas temperaturas los desecan a pasos acelerados, se nota en las rocas llenas de lama; mientras que más adelante la misma resequedad resquebraja las piedras, incluso las laderas, que se van cayendo a pequeños pedazos; otros fragmentos de tierra agrietada y seca pueden tomarse con la mano: Es palpable la agonía avanzada del río. Conforme caminamos también encontramos sistemas de bombeo ya en desuso, porque hace tiempo que no succionan nada.

 

 

      Kilómetros adelante la presencia de un par de ibis introduciendo su largo pico en busca de peces nos anuncia que hay un poco más de profundidad: No nos equivocamos, supera el metro de hondo. Introducirnos corrobora la existencia de algunos cardúmenes con individuos de mayor tamaño. También hay patos que han volado hasta ese tramo con la intención de ubicar mayores posibilidades de alimentación.

 

  

UN REMOLINO SIN AGUA

 

Al doblar la siguiente curva sobre el río y después del corto espacio refrescante, se divisa el famoso “Remolino”, y enfrente el rancho ganadero, que pareciera custodiado por grandes ejemplares de negro plumaje: Carroñeros que huelen la muerte y han convertido el sitio en su guarida; fácil hay más de una veintena de zopilotes, como si quisieran cortar el paso y reclamar su zona de dominio. Sobre los árboles, otro grupo igual de numeroso, custodia. 

 

 

   Metros enseguida puede accederse a la ribera por vehículo desde las colonias Estación y Palo de rosa: Eso lo han aprovechado varias personas para arribar en camionetas y llenar algunos tanques de un agua que apenas se aprecia, con una profundidad mínima de veinte centímetros. La escasez ha propiciado que la mayoría de las aves se muevan de sitio, porque ya no hay mucho qué comer; y el único verdor que se aprecia es la lama encima de las lajas, señal de que antes hubo líquido corriendo.

 

 

ENTRE PUENTES EL CAUDAL

 

Poco más adelante, conforme nos acercamos al puente de la carretera Valles-Rioverde, el lecho empieza a ser más abundante: Ahí varias especies lo convirtieron en su reducto; la formación de aquel santuario espontáneo de aves nos permite avistar a la hermosa “espátula rosada”, una variedad de garza que no es muy común divisar, precisamente por lo huidiza. También merodean más ejemplares de “Martín pescador”.

 

 

   Debajo del cruce de vehículos una lancha de madera yace abandonada y llena de musgo -que asemeja una telaraña que la aprisiona- como un reflejo del desuso, ante un río que en ese momento no garantiza una buena pesca: Parece un monumento a la desolación que hemos atestiguado en el andar por kilómetros. Aquí, hay un poco más de agua, pero la vegetación acuática empieza a proliferar y el nivel es más bajo que de costumbre; lo reflejan las marcas sobre los troncos, donde algunas tortugas toman sol.

 

  

FLORA ACUÁTICA DAÑINA

  

Después de avanzar por la ruta que se transformó en la Ecovía en la administración municipal pasada, vemos cómo la flora acuática se ha aclimatado formando verdaderas y sorprendentes islas: Ya en la zona de las trajineras –un paseo que se realiza desde 2017- empleados han tenido que realizar jornadas extraordinarias para hacer un canal abriendo la vegetación y evitar que se atasque la propela de las embarcaciones (que operan con energía eléctrica desde un acumulador de automóvil).

 

 

   Eleuterio Martínez Olguín comentó su preocupación por éste fenómeno derivado del estiaje, porque además de la citada dificultad que acarrea a su paseo de dos kilómetros (de ida y otro tanto de vuelta), está el severo daño que provoca a la fauna, que poco a poco irá quedándose sin oxígeno y morirá irremediablemente. El empresario explica que no al haber corriente en el río, la temperatura del agua estancada aumenta, creando condiciones favorables para la reproducción de esas algas.

 

EL VADO DE LA DESOLACIÓN

 

 

Enseguida está el cruce hacia la colonia Juárez, donde un chorro de agua de no más de cincuenta centímetros representa la cruda y angustiosa realidad: Eso es nuestro río. Algunas garzas y cormoranes buscan presas que no encuentran, andando entre llantas ya cubiertas de lama; patos y “monjitas” caminan esquivando algas y basura, sobre un terreno agrietado por la sequía, mientras el ambiente huele a aguas negras, y a aceites automotrices (de vehículos que lavan cerca como si nada pasara).

 

 

   Otra vez río abajo lo que antes sería caudal ahora es un sendero empedrado por el que se puede caminar sin tanto problema; y entre esas lajas apenas algunos escurrimientos, que más adelante forman un charco diminuto, donde varias aves sacian su sed, lo mismo entre antiguas lagunas que ya son solo pantanos. Quizá el único consuelo es poder observar que en la zona de los mercados y frente al Rastro Municipal ya no existen desagües contaminantes.

 

 

DEL TANINUL AL LIBRAMIENTO

 

Después de pasar frente al Parque Tantocob y por debajo del Puente Taninul, los niveles del río todavía son bajos durante un kilómetro, hasta que se junta con el agua que baja del puente Las cruces; por allá llegan algunos pescadores con la intención de extraer algunas peces, caminando, porque han tenido que abandonar las lanchas de madera debido a que no hay forma de navegar. Más adelante la profundidad se hace mayor.

 

 

   En el puente del Libramiento para tráfico pesado –al sur de la ciudad- camiones transportadores de caña, autobuses y patrullas estatales cruzan raudos e indiferentes; lo mismo camiones y camionetas de una constructora, que abajo han pavimentado calles a lo largo de la ribera: La vida parece continuar con cierta normalidad, ajenos a la tragedia ecológica del río. Los kilómetros que siguen ofrecen más agua, aunque sin corriente notoria, y más adelante el panorama se pondrá peor.

 

LIRIO INUNDA “EL DETALLE”

 

 

Poco antes de desembocar en el río Tampaón, casi para llegar a El Pujal, el río Valles pasa por el ejido El detalle, y justo en el tramo donde se ubica el puente (que recibe el mismo nombre y fue construido en la administración municipal 2007-2009) la corriente adquiere un verdor claro, vivo, sorprendente, pero no es agua lo que se ve, sino plantas: Algas y lirio acuático han cubierto por completo los treinta metros de la anchura.

 

 

   Las garzas y otras aves zancudas extraen con facilidad los peces, que ya agonizan por la reducción del oxígeno, el cual ha sido absorbido paulatinamente por la flora perjudicial, que solo desaparecerá si mucha gente la limpia, o cuando las lluvias –que no llegan- formen suficiente caudal para arrastrarlas y devolverle la normalidad al sitio. El área que a mitad de los cuarentas enamoró al máximo comediante mexicano: Cantinflas, ahora también está condenado a la muerte.

 

 

BATALLANDO POR EL AGUA

 

Mientras tanto en la ciudad, el suplicio por el agua se prolonga, entre el martes 9 y miércoles 10 se hacen esfuerzos por retener agua en el cárcamo, incluso se disponen planes de distribución en dos fases, pero los reclamos en las redes sociales exhiben que la estrategia falló. Con el escándalo de la sequía ventilado públicamente y las denuncias de que –seguramente- hay productores cañeros río arriba reteniendo el agua, el agua empieza a fluir; por lo menos arriba, en el área de captación.

 

 

   Para el jueves 11, la DAPAS anuncia recuperación en el nivel del afluente, lo cual logra que los cinco equipos de bombeo del organismo estén funcionando en su totalidad. Justo una semana después del “día cero”, de la fecha crítica, el lunes 15 la dependencia “canta victoria”, y a través de su director Francisco José Gómez Faisal, manifiesta que la distribución ya entró en la fase de normalidad, y en esos siete días la medida subió de 0 a 96 centímetros.

 

HACIENDO LO PROPIO

 

 

No obstante, hay quienes no se encuentran demasiado convencidos de que lo malo ha pasado, o por lo menos apuestan a la prevención: Docentes investigadores de la carrera de Ingeniería Ambiental del Tecnológico Nacional de México Campus Ciudad Valles, se reúnen con directivos de la DAPAS y anuncian que desarrollarán un proyecto de investigación que permita tener información hidrométrica puntual del río.  

 

 

   Lo mismo ocurre con el aspecto espiritual y místico: El sábado 13 por la tarde se realiza una misa en el Parque Colosio, para pedir por las precipitaciones pluviales; y el domingo 14 en la mañana es organizado un ritual con el mismo propósito. Porque, más allá de que el sistema de agua potable haya sido restablecido, lo cierto es que la crisis hídrica no ha pasado, el río Valles sigue muriendo, y las lluvias no llegan. 

  

(FECHA DE PUBLICACIÓN: 15 de abril de 2024).

 

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