TURISMO

CIUDAD VALLES Y LA HUASTECA
Julián Díaz Hernández

La emblemática “Poza azul”, que deslumbra a los visitantes al “Puente de Dios” (en Tamasopo) por su inigualable tonalidad y el marco verdoso de la vegetación, parece como el único objetivo de la visita a este concurrido paraje; pero antes de esas vertiginosas aguas, hay otros sitios hermosos poco conocidos que no requieren demasiado arrojo.

   La clave es ignorar la habitual entrada y seguir una caminata de medio kilómetro, a la par con las vías del ferrocarril, hacia el poniente, rumbo a la sierra; justo antes de que las paralelas doblen a la izquierda, habrá que seguir un camino descendente a la derecha, donde una nueva taquilla nos indica que vamos por el camino correcto. El sol de la andanza anterior, ahora es disminuido por la sombra de enormes árboles.

EL NACIMIENTO

En 300 metros nos encontramos “El nacimiento”, y unos gruesos tubos del sistema de distribución denotando que el agua del lugar se emplea para uso doméstico, por lo tanto se debe respetar la restricción de no introducirse al caudal más allá de la compuerta de cemento, por cuestiones de higiene. De cualquier forma el espacio permitido es bastante conveniente por su limpieza, tranquilidad y escasa profundidad.

   Lo que resulta sobresaliente del lugar, además de su belleza, es que esa corriente, que surge apenas unos kilómetros arriba (en la falda de la sierra) más adelante formará las afamadas “Cascadas de Tamasopo” y un sinfín de pequeños y nuevos parajes, pero principalmente al juntarse con otras bajadas pluviales, se convertirá en el río “Gallinas”, elemental para la existencia de la renombrada “Cascada de Tamul”.

CHORRITOS Y PLAYITAS

Pero mientras llegan tan lejos, las aguas se juntarán aquí mismo con peculiares deslizamientos que se precipitan desde la ladera, y que por su formación la gente los ha denominado –muy apropiadamente- “Los chorritos”; son pequeñas cascaditas, que de repente parecieran salir de entre las mismas raíces enormes de los frondosos árboles. La limpidez será otro aspecto que sorprenderá.

   Luego están “Las playitas”, donde se puede nadar con tranquilidad, y al igual que “El nacimiento” y “Los chorritos”, es recomendable para toda la familia; es aquí la última llamada para quienes no desean enfrentarse a la bravura de la corriente de la “Poza azul”. Todos son rumbos que se complementan pero que resultan dignos de conocerlos en su totalidad, para no perderse nada de su belleza. 

POZA Y PUENTE

Una vez que se llega al punto culminante, la primera experiencia es atisbar arriba del mirador, tomar fotografías y dimensionar la altura, desde donde muchos avezados se lanzan usando las salientes de los riscos, en un clavado lleno de adrenalina, para caer en la inigualable tonalidad de las aguas de la “Poza azul”, que a su vez se nutre por las pequeñas caídas cercanas y ofrecen un peculiar espectáculo. 

      Dentro de aquella laguna, la emoción de la aventura se puede proseguir avanzando, dejándose llevar por la corriente, para pasar debajo de lo que algunos llaman “La cueva”, pero que en realidad es el singular puente: Afuera las personas caminan por encima de la construcción hecha en piedra por la naturaleza, pero adentro nos maravillamos por las aguas color turquesa donde se trasluce el nado de peces. 

Y EL TREN

La aventura se complementa con otros escurrimientos cercanos que propician enorme frescura, y recompensa el regreso por 315 escalones rústicos, en los cuales bien vale la pena detenerse para descansar, admirando el paisaje serrano, que algunas tardes adiciona un ingrediente especial: El serpenteo de más de medio centenar de vagones de carga tirado por cinco locomotoras que baja o sube las montañas. 

 

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