A pesar de los logros alcanzados por "Loros Huastecos", que estaban ya en cuartos de final, todavía persistían en la huasteca algunos malinchistas sin reconocer la calidad del conjunto local, que estaba muy cerca de "taparles la boca".
No obstante su posición en la temporada regular, le tocó recibir primero y lo hicieron otra vez en domingo, ahora frente a un conjunto de otra zona: Córdoba, Veracruz, a quien apenas vencieron por la mínima diferencia (1-0).
El juego de vuelta tendría como escenario el estadio "Rafael Murillo Vidal" en tierras veracruzanas; muchos de los aficionados que desde antes ya acompañaban a los jugadores huastecos, se duplicaron en número.
Otros, siguieron a los "Loros" por la radio, donde en la retransmisión los cronistas jarochos narraban entusiasmados mientras Córdoba se iba al frente 1-0 al minuto 26 del primer tiempo, producto de una sorpresiva jugada del veracruzano Carlos Villalobos.
Pese a tener muchos factores adversos, los “Loros Huastecos” no se amilanaron en absoluto y a los 38 minutos del partido, el capitán César González García empató el juego y dio la ventaja en el marcador global (2-1).
Esa tarde del sábado 2 de abril de 1988, Córdoba se defendía con todo, el juego se volvió sumamente ríspido: Hubo varios expulsados de ambos bandos, se rompió el ritmo del encuentro y el tiempo de compensación fue alargado.
Al minuto 47 del segundo tiempo Víctor Arrequín aprovechó un desconcierto huasteco para empatar la situación y mandar a los tiempos extras, donde “Loros Huastecos” definiría su pase como en un guión de película de suspenso:
En esa especie de script llevaría el papel de villano al árbitro veracruzano Samuel Nofrieta, encargado de echar a Gustavo y Jorge Flores, quienes se fueron a las regaderas con el ya expulsado Juan Carlos Martínez.
Con solamente ocho jugadores, silbantes y el público en contra, las arremetidas rivales se sucedían a cada momento, surtiendo efecto a los 18 minutos de tiempo extra con un gol de Alberto Loscano; estaban 1-3 en ese partido, y 2-3 en el global.
Todo parecía perdido y Córdoba iba por más: La defensa apenas sí podía darse abasto ante la superioridad numérica de los veracruzanos, y el portero José Luis Herrera recibía un embate seguido sistemáticamente de otro.
Fue precisamente el guardameta tanquianense quien tras un ataque adversario lanzó el balón en un largo despeje del balón, y el esférico en las habilidosas piernas de un huasteco derivó en falta muy cerca del área penal contraria.
En el último minuto de juego, el especialista Francisco Navarro cumplió con el pronóstico y su potente disparo dejó sin oportunidad al arquero veracruzano, quien veía vulnerada su meta, ante la perplejidad de los aficionados que no lo podían creer.
La indefinición se mantuvo en los tiros penales, donde anotaron Francisco Navarro, César González, Gerardo y Jesús Juárez, el portero Azuara falló su disparo pero al detener uno, obligó a la fase de “muerte súbita”.
Ahí comenzó acertando el cordobés Arrequín, al que siguieron –alternadamente- los huastecos Irmo Azuara, Rafael Saavedra y Pedro Reséndiz; todos (incluidos los veracruzanos) habían marcado, hasta que llegó el yerro de Roberto González.
Debido a que los únicos ocho que terminaron en el campo jugando el tiempo normal ya habían realizado sus tiros, la lista de “Loros” debió empezar de nuevo con Navarro, quien tenía en la seguridad de su potencia el gol del pase a semifinales.
Y así lo hizo: 11-10, fue el resultado total. A ello siguió un éxtasis que se prolongó durante el retorno de 13 horas por carretera y en el recibimiento que la fanaticada vallense hizo el 3 de abril al anochecer en la esquina de Hidalgo y 5 de mayo.
(TOMADO DEL LIBRO "AQUELLOS LOROS HUASTECOS", DE LA AUTORÍA DE JULIÁN DÍAZ HERNÁNDEZ; DE VENTA EN LIBRERÍAS DE CIUDAD VALLES Y SAN LUIS POTOSÍ).