Músico y catedrático. Con el cigarrillo en su boca tan inseparable como lo era la música de su corazón; a Augusto Posselt Urbiola le quedó grabado muy adentro el sentimiento que le inculcó su tía Amparo Bravo Fortanelly, quien lo embelesaba con sus melodías desde que tenía cinco años.
Hijo de Augusto Posselt y Amanda Urbiola, nació en Xilitla en el año de 1948. Creció a lado de su gemela María Inés, y junto a Lorena, su hermana mayor, hasta que decidió recorrer Ciudad Victoria, Monterrey, Morelia y la ciudad de México, en su afán de volverse un profesional de la música.
Apoyado por su tía estuvo en Bellas Artes, donde el perfeccionamiento creció, y a donde volvería posteriormente como todo un maestro. Deseaba retransmitir lo aprendido y eso solo podía hacerlo como instructor, por eso regresó a su tierra, y se empleó como alfabetizador en el ejido “El abra”, ganando 75 pesos al mes.
En 1965 fundó en ese lugar la primera estudiantina, a la que aplicó sus conocimientos y la volvió un grupo sobresaliente. Con esa etiqueta llegaron al Canal 13 de Monterrey, realizando una presentación que se difundió a nivel nacional y colocó en la fama a aquellos jovencitos de una humilde comunidad.
Ahí nacieron las estudiantinas con estudiantes, y comenzó al mismo tiempo el reconocimiento al prestigio del maestro Posselt. En enero de 1969 lo invitaron a integrarse a la secundaria “Pedro Antonio Santos”, donde creó otra agrupación similar y gracias al impulso que recibió, los llevó también a un primer nivel.
Terminó entonces su carrera como profesor, y adicionalmente recibió una certificación por su especialización en la música; años después concluiría su licenciatura en ese arte. Entre tanto, seguía en busca de la innovación y la excelencia en los alumnos que estaban a su cargo.
Así surgió la idea de integrar la flauta como elemento esencial, y con 1,200 alumnos conformó el primer contingente que amenizó desfiles y apareció en la Feria. No solo consiguió proyectar un estilo diferente y fresco, sino que propició la utilización constante de ese instrumento en el resto de las escuelas secundarias.
Después de provocar el renacimiento de la música con estudiantinas a partir del alumnado, y de proyectar la poco conocida armonía de los flautistas, Augusto Posselt se puso el reto de la promoción de los nuevos valores que poco a poco iban surgiendo en Valles dentro del terreno de la música.
Empezó a estructurar los concursos de la canción entre los jóvenes; lo hizo no solo a nivel local, sino estatal y nacional. Con ese tipo de proyección, tuvo oportunidades para dejar la huasteca, pero excéntrico a veces y fiel a sus ideas, decidió quedarse a seguir en la enseñanza y difusión de la música en la región.
Bajo ese propósito, el maestro Posselt creó en Valles una academia desde donde aplicó sus conocimientos musicales a las nuevas generaciones; al lugar le colocó el nombre de Amparo Bravo Fortanelly, en honor a su tía, quien le inculcó el amor por la música.
En 2006 fue galardonado por el Ayuntamiento como “Vallense distinguido” en el sector educativo. Y a principios de la década siguiente sintió el cariño de sus allegados, luego de que un mal lo dejó varios días en cama, hasta donde recibió innumerables muestras de cariño.
Ligeramente recuperado, aplicó tiempo y esfuerzo en apoyar la organización de concursos de la canción –incluido el de la Feria Nacional de la Huasteca Potosina- y aún tuvo energías para recibir del Ayuntamiento, el 27 de julio de 2013, la presea al “Mérito civil”.
El 16 de diciembre de 2013 perdió la batalla contra la enfermedad, pero su legado quedará imborrable, como lo demuestra el otorgamiento post-mortem de la Presea Gerontológica, que a nivel estatal le fue entregada el 3 de octubre de 2014 por el gobernador Fernando Toranzo, a su madre Amanda Urbiola.
Adicionalmente surgiría la iniciativa del Municipio de Ciudad Valles, de colocar su nombre a la Casa de la Cultura que se abriría en julio de 2015; y el 26 de octubre de 2018, el Centro Cultural de la Huasteca Potosina (que él dirigió de febrero de 1995 a junio de 1996) le rindió un homenaje.
(TOMADO DEL LIBRO "VALLES Y SU GENTE", DE LA AUTORÍA DE JULIÁN DÍAZ HERNÁNDEZ).