Está hacia el norte del municipio de El Naranjo, aunque lamentablemente la hidroeléctrica –del mismo nombre- aprovecha el agua la mayor parte del año y desvía su caudal, dejando solo para la observación la pared de setenta metros y el verdor de algunas pozas, por donde corren las aguas que más adelante formarán “El meco”, pasarán por el Parque Recreativo Municipal y el paraje “Playa bruja”.
Con caudal suficiente, el lugar concentra gran humedad por la enorme bruma que salpica todo a su paso, y la cortina se ve imponente, incluso desde lejos. Cuando no sucede así, entonces se aprovecha para disfrutar de los remansos; enfrente hay una peculiar y diminuta cueva, y a un costado, un sendero que lleva hasta la parte superior donde se admira el paisaje desde una perspectiva única.
Hasta hace poco tiempo, el sitio casi no era visitado y estaba desprovisto de lo elemental, pero cada vez abundan los visitantes que llegan hasta la parte más distante de la Huasteca Potosina hacia el norte, al grado que prestadores de servicios se han organizado para instalar sanitarios, vendimia alusiva, y ubicar andadores, además de vigilar que nadie ingrese al agua sin chaleco salvavidas.
Y es que lo cristalino en sus lechos profundos -que se puede admirar desde lo alto, en la llegada, apostados en un mirador- llama a un buen chapuzón, o a pasar varias horas nadando en los hondos lagos, sobre todo en el más extenso, frente a la pared de la caída, desde donde se puede llegar a la experiencia de exploración en una pequeña caverna.
Así, El Salto termina por disfrutarse siempre en cualquier época del año en la que se visite, y al mismo tiempo se aprovecha el desplazamiento de más de cien kilómetros y dos horas de promedio que se realiza hasta el municipio de El Naranjo (cerca de la frontera sur tamaulipeca), donde seguramente -de regreso- los turistas incluirán en su itinerario las cascadas El Meco y Minas Viejas.